¿Sobreprotegemos a nuestros padres?

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La sobreprotección de los hijos hacia los padres mayores no les deja ser autónomos.

En un principio, «nadie se ocupó de consultar qué es lo querían hacer los mayores». «Los hijos no se dan cuenta pero al tratarlos como a niños los están metiendo en una urna de cristal que va a conducirles a una situación de baja autoestima, a tener peor concepto de sí mismos… Es un error, porque les acompañan a la dependencia», recalca Trinidad Bernal, directora técnica de la Fundación Atyme.

«No quieren que vayan solos al médico, que conduzcan, les controlan la toma de pastillas… Podríamos decir que hay amores que matan», resume Ramón Mayo, vicepresidente de Fundación Atyme.

«Poco a poco vamos tomando decisiones por ellos, y contribuyendo a que baje su autoestima. Familia y sociedad debemos trabajar por que los mayores mantengan las riendas de su vida durante el máximo tiempo posible», apunta. Sobre todo, añade, «porque percibimos que se trata de personas que pueden tener mucha edad, pero que se encuentran bien, mental y físicamente. La sobreprotección por exceso de cariño de los hijos está conduciendo a situaciones familiares rocambolescas», determina Bernal.

La circunstancia puede verse agravada, añade, «por la manera en la que los cuñados o las parejas de los hermanos se comportan ante estas situaciones, creando verdaderos enfrentamientos familiares que ocasionan, en algunos casos, una ruptura de la comunicación entre hermanos, que acaba por repercutir en la estabilidad emocional de los padres y en el empeoramiento de su salud».

De hecho, la principal derivada de la sobreprotección son los conflictos entre hermanos por las diferentes formas de entender cómo hay que llevar a cabo el cuidado de los padres mayores. «Suele haber diferencias entre lo que entienden por las atenciones requeridas. Es habitual que unos crean que deban hacerse en una institución, otros en casa de los padres, o en la de los hijos… Estas discrepancias se acentúan cuando vivir más va acompañado de cierto deterioro y se producen respuestas diferentes de los hijos ante esta situación», explica Bernal.

Las personas mayores, remarca Félix Barajas, subdirector general de Familias del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, «no son menores de edad, aunque quizá tengan limitaciones en los cuidados, en la atención… pero mientras tengan capacidad jurídica plena hay que tratar de mantener su autonomía». El reto de las administraciones públicas, corrobora Mayo, «no está en ayudar a vivir más, sino en ayudar a vivir mejor. En dar vida a los años que quedan».

Por todo esto, defendemos la libertad de los mayores de entrar y salir y poder llevar su vida con sus hábitos y costumbres y que no tengan que abandonar sus domicilios y vivir en instituciones donde son uno más entre tantos, perdiendo su libertad e intimidad, es por ello que apostamos firmemente por el cuidado de mayores a domicilio y es ahí donde el equipo de Servita se esmera día a día para la selección de las mejores cuidadoras.

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