A nivel mundial, una de cada dos personas tiene actitudes discriminatorias hacia las personas mayores. Estas prácticas forman parte de nuestra sociedad a pesar de que producen efectos negativos en la salud física y mental de las personas de edad avanzada.
¿Qué es el edadismo?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el edadismo como “los estereotipos, los prejuicios y la discriminación contra las personas debido a su edad”.
Al igual que el racismo o cualquier tipo de discriminación, el edadismo ocasiona múltiples efectos negativos: aislamiento social, depresión, estrés o la limitación de la libertad individual.
Normalmente, la idea de hacerse mayor aterra a las personas porque se asocia a algo negativo. Tendemos a pensar que envejecer es sinónimo de fragilidad y dependencia, así como de la pérdida de la juventud y belleza.
Sin embargo, el envejecimiento ha cambiado con el paso del tiempo, ahora vivimos más años, existen avances médicos y mantenemos hábitos saludables, lo que permite que se pueda alcanzar los 70 años de edad en plena forma física.
Estereotipos y prejuicios hacia las personas mayores
El edadismo está extendido y normalizado en nuestra sociedad y puede manifestarse de diferentes formas, marginando a las personas por el hecho de envejecer.
El ejemplo más común es la sobreprotección y el paternalismo hacia los mayores. Pensar que una persona mayor es incapaz de hacer algo porque “ya no tiene edad para hacerlo” es un error. No todas las personas mayores son dependientes ni necesitan los mismos cuidados que una persona que padece alzhéimer u otra enfermedad.
Esto ha empeorado con la pandemia debido a que los mayores de 70 años han sido los más afectados por el COVID-19, con un alto índice de mortalidad. Desde las instituciones se ha insistido que son un grupo vulnerable, incluyendo en la misma categoría de edad a personas en condiciones saludables diferentes.
Otro ejemplo de edadismo es la brecha digital en las personas mayores. La rápida evolución de las nuevas tecnologías les ha dejado atrás, la mayoría nunca habían utilizado un teléfono móvil o no saben qué son las redes sociales.
¿Cómo combatir la discriminación por edad?
A fin de combatir el edadismo es necesario tomar conciencia desde el ámbito institucional, educativo y social.
Primeramente, resulta clave la comunicación y el conocimiento sobre los efectos de estas actitudes en personas de edad avanzada.
Las instituciones deben dar ejemplo, protegiendo los derechos humanos y eliminando las desigualdades sociales existentes con respecto a la edad, como la edad de la jubilación.
Además, es importante promover programas y actividades intergeneracionales con el objetivo de que las personas mayores y los jóvenes se conozcan y entiendan mejor.
En este sentido, los servicios que ofrece Servita ayudan a mantener las relaciones sociales de la persona mayor, ya que la cuidadora le proporciona acompañamiento para que se sienta escuchada y en contacto con su entorno.
En definitiva, debemos cambiar la forma de ver la vejez y estas prácticas edadistas hacia las personas mayores. De esta manera, conseguiremos que se sientan valoradas e integradas en la sociedad.